
Quizá por ser pocos y estar presentes en zonas muy concretas de Andalucía, los llamados “podencos oritos” no fueron reconocidos como podencos andaluces y casi terminan extinguiéndose. Ahora, algunos cazadores que nunca les dieron de lado por su valía en la caza del conejo, quieren que la canina los reconozca como una nueva raza española.
José Ignacio Ñudi
En el argot ganadero se llama “orito” al animal, incluido el perro, que mantiene en su capa negra o marrón chocolate reflejos de fuego, dorados, de “oro”. Los defensores de estos perros, que siempre han existido en Andalucía, también ven en la palabra orito, de oro, un sinónimo de valor, de calidad.Cuando se inician los trámites para reconocer oficialmente al podenco andaluz como raza española la variedad de capas y tamaños era amplia, incluso en determinados lugares existían ejemplares muy oscuros, negros incluso, a los que los lugareños siempre llamaron “oritos” y que eran sumamente eficaces para desalojar a los conejos de aquellos lugares en los que otros perros no entraban.Pero por las razones que sean, estos perros, estos podencos color chocolate o negro fuego, fueron excluidos del estándar del nuevo podenco andaluz. Esta exclusión, en un mundo dominado por la estandarización que imponen las razas y los pedigrís, significó para los oritos una condena a muerte. El orito “ya no era un podenco” y muchos cazadores empezaron a dejarlos de lado.Algunos románticos. Sin embargo, siempre hubo cazadores y criadores inconformistas con aquella decisión y siguieron cazando y criando con ellos y por tanto conservándolos, los mismos que han fundado la Asociación Nacional del Podenco Orito Español para reivindicarlos y que sean reconocidos como raza española por la Real Sociedad Canina.

Uno de sus más fervientes defensores es Gaspar Jiménez, cazador de toda la vida, criador y adiestrador de perros de muestra (pointers, setters y bretones), aunque siempre tuvo oritos para cazar el conejo.Con él he quedado en un coto de Osuna, en la provincia de Sevilla, para verlos cazar y hacer este reportaje. Es el último día de caza del conejo en Andalucía y ya me advierte que apenas quedan en el cazadero. El día está triste y llueve a ratos.Su pasión por estos perros viene de muy atrás, desde antes de que tuviese permiso de armas. Se inició en la caza, de morralero, con los podencos que le había criado a una perra en un cortijo abandonado. Casualmente estos perros eran oritos y magníficos para la caza: “Echaban muchos conejos y aunque en los primeros años apenas les daba con la escopeta, ellos me cogían bastantes a diente. Nunca faltaban conejos en mi casa”, me cuenta.Sin duda aquellas primeras cacerías con aquellos perros que tanto le dieron en todos los sentidos marcaron para siempre su preferencias caninas a la hora de cazar conejos, y nunca dejó de criar oritos. Y cuando éstos dejaron, oficialmente, de ser podencos, se convirtió en uno de sus más fervientes defensores: “Con el reconocimiento del podenco andaluz como raza se comete un grave error, y es no tener en cuenta los podencos autóctonos de diferentes zonas. El orito siempre estuvo presente en las riberas del Genil (Granada) y del Guadalhorce, en Málaga, porque eran los mejores para desalojar a los conejos en esas condiciones tan extremas de maleza y humedad.La primera puntilla para los oritos llegó tras la popularización de la llamada caza deportiva, lo de cazador, perro y escopeta. Los oritos son perros muy punteros, los mejores para cazar a diente los conejos, y no siempre mantienen la distancia con la escopeta, de modo que los cazadores comenzaron a cruzarlos con otros podencos buscando acortar esa distancia. La seguna puntilla, casi definitiva, le llegó al no ser admitido como “podenco andaluz”, me cuenta Gaspar.Al parecer, cuando se tramitaba el reconocimiento del podenco andaluz como raza, sus promotores se encuentran con un escollo, y es que el podenco portugués, que ya existe como raza desde 1954, puede tener la trufa negra y pigmentación negra en su capa, de modo que la Federación Cinológica Internacional le dice a la Canina que ya existe un podenco ibérico con pigmentación negra, de modo que se desecha todo podenco que no tenga la trufa color carne y mantos canelas y blancos. Un inmenso carrizal. Hemos llegado al coto, un mar de olivos y tierra de labor atravesado por una ancha vaguada cuyo cauce está cegado por espesos carrizales. Éste cauce, de varios kilómetros, será nuestro único cazadero.Gaspar se equipa con un chaleco de caza, su paralela y abre el portón trasero de su furgoneta habilitada para transportar un gran número de perros. Hoy todos son oritos y saca los tres primeros que en poco tiempo ya están removiendo los carrizos. Sin duda, por su morfología y actitudes, son podencos, pero distintos, y guardan entre ellos un gran parecido racial.Gaspar está convencido de que el orito es el ancestro de todos los podencos existentes en la Península Ibérica. “Es un podenco a todas luces, perfectamente proporcionado, levantador y acosador nato. Se adapta a cualquier terreno, por duro y húmedo que sea, y se crece en la adversidad. Allí donde otros perros no entran, el orito llega”.Iniciamos la marcha remontando la vaguada. Los perros entran y salen de los carrizos con entusismo y alegría, pero los que no aparecen son los conejos. “Ya te dije que apenas hay. Les hemos quitado muchos a este carrizal y los que quedan, como además el campo está tan seco, se meten en las madrigueras y no salen”.Ahora escuchamos latidos dentro del carrizal y a los pocos segundos sale una liebre muy acelerada con los perros detrás latiendo como posesos hasta que liebre y perros desaparecen en el olivar. “Éste es también un coto galguero y las liebres usan los carrizales como perdedero y refugio”. En los siguientes minutos dos liebres más, que no puede tirar por estar reservadas a los galgueros, son desalojadas de la maleza, pero los conejos brillan por su ausencia.Según Gaspar, los oritos se cazan haciéndoles pequeñas posturas, siendo el cazador quien remata el lance, aunque muchos conejos los cogen los perros. Por esta misma razón, reconoce que hay zonas, de orografía llana, poca maleza o masificación de cazadores, donde los oritos no encajan por “un exceso de potencia”: “Como tienden a alejarse, acosan tanto a la caza y la laten, cualquier otro cazador que merodee por la zona se aprovechará de ello, y eso no le gusta a nadie”.Comienza a llover con más alegría y volvemos a la furgoneta para sacar nuevos perros y regresamos al carrizal. Ahora toca buscar hacia la izquierda. Los perros, como una jauría perfectamente organizada, entran en los carrizos, salen, vuelven a entrar, pero seguimos sin levantar un conejo.Algunos parecen ya aburridos ante esta ausencia de caza, pero otros, los más viejos, siguen buscando inmunes al desánimo. “En monte cerrado, de zarzas, o allí donde otros perros no entran por exceso de barro, agua, espinos, etc, el orito no tiene sustituto. Bueno, el orito y esos otros podencos que tienen sangre orita. Porque hasta la fecha nadie me ha podido demostrar que un podenco puntero de verdad, de zarzas, de castigo, aunque no sea de color orito, no tenga antepasados oritos. Si hay perros magníficos y todos llevan sangre orita, digo yo que habrá que criar oritos, no sucedáneos”.Llevamos una hora caminando por la orilla de la vaguada, que se estrecha o se abre caprichosamente a lo largo de su recorrido, y ante el panorama tan desolador decidimos volver al vehículo. Los perros, debido a la lluvia y por el roce con la maleza mojada, están empapados y a la vez preciosos. Volvemos por la misma orilla hablando más que cazando, aunque los perros siguen buscando, yo diría que turnándose.Aptos también para la mayor. “¿Qué tal estos perros para la caza mayor?, le pregunto a Gaspar. “Son perros muy valientes –responde–, muy entregados, que se utilizan fundamentalmente para la caza del conejo, pero yo los he visto cazar muy bien la perdiz en terrenos de maleza, que cobran muy bien de ala; son también alimañeros y con el jabalí te puedo decir que una de las mejores rehalas que he visto ha sido la de Pedro “El Loco”, de Villanueva de Algaida (Málaga), basada en oritos de talla media. Donde iba sacaba jabalíes porque los buscaban en los sitios más intrincados y los acosaban hasta echarlos de los encames”.

De repente una latido corrido, frenético, nos pone en guardia, hasta que en un clarito de la vaguada, en un visto y no visto, aparece un conejo seguido por uno de los perros. Con rapidez y habilidad, casi adivinándolo, Gaspar le echa un tiro decisivo.Al latido de alerta el grupo se ha movilizado como un comando de acción directa. Son varios los que llegan al conejo y lo muerden casi todos, pero es uno el que lo trae raudo a su dueño. Pero cuando Gaspar va a meterlo en el chaleco de caza otro latido nos indica que otro conejo se ha corrido muy cerca del anterior. Nos preparamos pero a los pocos segundos escuchamos chillar al conejo, lo han cogido, y al rato Gaspar se encuentra con dos conejos en sus manos. Se ve que algunos han debido abandonar sus encames con la agüilla que, sin ser mucha, no ha dejado de caer durante toda la mañana y sus rastros nuevos no están pasando desapercibidos a los perros.Carácter primitivo y rasgos armónicos. El orito posee un carácter primitivo, y tiene, como dice Gaspar, “una época muy tonta” entre los seis y los doce meses, en la que incluso llega a desafiar a su dueño. Pero luego madura y da un cambio radical, y una vez que se hace a su dueño y cazan juntos, son muy dóciles y obedientes. “Ahora bien, si el cazador no los saca mucho al campo y no les mata caza, no existirá esa compenetración”.Viendo cazar a los oritos, podencos al fin y al cabo, le pregunto a Gaspar cuáles serían las diferencias principales con los otros podencos. “Todos los podencos, el ibicenco, el canario, el andaluz, el cirneco, el portugués, presentan orejas enveladas y parecidas proporciones craneofaciales y morfológicas, pero el orito es un perro “muy acondicionado” para terrenos muy difíciles, con mucha maleza y humedad, y de hecho tiene un subpelo que le protege, su piel es más dura y sus rasgos morfológicos y craneofaciales son muy armónicos”.Según me cuenta, en las mediciones que está llevando a cabo el equipo de Mariano Herrera, de la Universidad de Córdoba, sobre 115 perros oritos censados, la perfección racial “es asombrosa”. El 94 por ciento de las hembras tendrían una morfología ideal para el trabajo que desarrollan, aunque en los machos este porcentaje baja al 76 por ciento, lo augura un buen futuro a estos perros.Un poco más adelante los perros levantan otro conejo, que apenas ha dejado verse. Gaspar le ha metido bien el tiro. Creemos que va tocado y que los perros no tardarán en agarrarlo, pero no dan con él, señal de que no ha cogido plomo. Bueno, uno más que queda para criar.Al cabo de un rato y sin que ningún conejo más diese señales de vida, llegamos a la furgoneta. Los oritos son podencos hasta para recogerlos. Ninguno quiere volver a las jaulas y se esparcen remolones entre los olivos. Gaspar los va llamando y poco a poco se van dejando coger sin mucho entusiasmo. Algunos traen la cara y las orejas castigadas por las espadañas.La Asociación Nacional del Podenco Orito Español ya ha contactado con el delegado de Razas Españolas de la Canina y celebrará una concentración a principios de mayo en la próxima Feria del Perro de Archidona (Málaga). Allí los oritos presentes tendrán, presumiblemente, un reconocimiento provisional como raza española.
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